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Pedro Antonio de Alarcón / El sombrero de tres picos


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-¡Hasta ahí estamos de acuerdo! ¡Ese nombramiento es mi única esperanza!

-¡Pues manos a la obra, señor! Ya le he explicado a Usía mi plan... ¡No hay más que ponerlo en ejecución esta misma noche!

-¡Te he dicho que no necesito consejos! -gritó don Eugenio, acordándose de pronto de que hablaba con un inferior.

-Creí que Usía me los había pedido -balbuceó Garduña.

-¡No me repliques!

Garduña saludó.

-¿Conque decías -prosiguió el de Zúñiga, volviendo a amansarse-, que esta misma noche puede arreglarse todo eso? Pues ¡mira, hijo!, me parece muy bien. ¡Qué diablos! ¡Así saldré pronto de esta cruel incertidumbre!

Garduña guardó silencio.

El Corregidor se dirigió al bufete y escribió algunas líneas en un pliego de papel sellado, que selló también por su parte, guardándoselo luego en la faltriquera*.

-¡Ya está hecho el nombramiento del sobrino! -dijo entonces tomando un polvo de rapé*-. ¡Mañana me las compondré yo con los regidores..., y, o lo ratifican con un acuerdo, o habrá la de San Quintín! ¿No te parece que hago bien?

-¡Eso!, ¡eso! -exclamó Garduña entusiasmado, metiendo la zarpa en la caja del Corregidor y arrebatándole un polvo-. ¡Eso!, ¡eso! El antecesor de Usía no se paraba tampoco en barras. Cierta vez...

-¡Déjate de bachillerías*! -repuso el Corregidor, sacudiéndole una guantada en la ratera mano-. Mi antecesor era una bestia, cuando te tuvo de alguacil. Pero vamos a lo que importa. Acabas de decirme que el molino del tío Lucas pertenece al término del lugarcillo inmediato, y no al de esta población... ¿Estás seguro de ello?

-¡Segurísimo! La jurisdicción de la ciudad acaba en la ramblilla donde yo me senté esta tarde a esperar que Vuestra Señoría... ¡Voto a Lucifer! ¡Si yo hubiera estado en su caso!

-¡Basta! -gritó don Eugenio-. ¡Eres un insolente*!

Y, cogiendo media cuartilla de papel, escribió una esquela, cerrola, doblándole un pico, y se la entregó a Garduña.

-Ahí tienes -le dijo al mismo tiempo- la carta que me has pedido para el alcalde del lugar. Tú le explicarás de palabra todo lo que tiene que hacer. ¡Ya ves que sigo tu plan al pie de la letra! ¡Desgraciado de ti si me metes en un callejón sin salida!

* la faltriquera = die Rocktasche

* polvo de rapé = Schnupftabak

* la bachillería = dummes Geschwätz, leere Behauptung

* insolente = frech, unverschämt

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-¡No hay cuidado! -contestó Garduña-. El señor Juan López tiene mucho que temer, y en cuanto vea la firma de Usía, hará todo lo que yo le mande. ¡Lo menos le debe mil fanegas de grano al Pósito Real, y otro tanto al Pósito Pío!... Esto último contra toda ley, pues no es ninguna viuda ni ningún labrador pobre para recibir el trigo sin abonar creces ni recargo, sino un jugador, un borracho y un sinvergüenza muy amigo de faldas, que trae escandalizado al pueblecillo... ¡Y aquel hombre ejerce autoridad!... ¡Así anda el mundo!

-¡Te he dicho que calles! ¡Me estás distrayendo! –bramó* el Corregidor-. Conque vamos al asunto -añadió luego mudando de tono-. Son las siete y cuarto... Lo primero que tienes que hacer es ir a casa y advertirle a la Señora que no me espere a cenar ni a dormir. Dile que esta noche me estaré trabajando aquí hasta la hora de la queda, y que después saldré de ronda secreta contigo, a ver si atrapamos a ciertos malhechores... En fin, engáñala bien para que se acueste descuidada. De camino, dile a otro alguacil que me traiga la cena... ¡Yo no me atrevo a aparecer esta noche delante de la Señora, pues me conoce tanto, que es capaz de leer en mis pensamientos! Encárgale a la cocinera que ponga unos pestiños* de los que se hicieron hoy, y dile a Juanete que, sin que lo vea nadie, me alargue de la taberna medio cuartillo de vino blanco. En seguida te marchas al lugar, donde puedes hallarte muy bien a las ocho y media.

-¡A las ocho en punto estoy allí! -exclamó Garduña.

-¡No me contradigas! -rugió el Corregidor acordándose otra vez de que lo era.

Garduña saludó.

-Hemos dicho- continuó aquel humanizándose de nuevo- que a las ocho en punto estás en el lugar. Del lugar al molino habrá... Yo creo que media legua...

-Corta.

-¡No me interrumpas!

* bramar = brüllen

* el pestiño = die Krepp (mit Honig)

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El alguacil volvió a saludar.

-Corta... -prosiguió el Corregidor-. Por consiguiente, a las diez... ¿Crees tú que a las diez?

-¡Antes de las diez! ¡A las nueve y media puede Usía llamar descuidado a la puerta del molino!

-¡Hombre! ¡No me digas a mí lo que tengo que hacer!... Por supuesto que tú estarás...

-Yo estaré en todas partes... Pero mi cuartel general será la ramblilla. ¡Ah, se me olvidaba!... Vaya Usía a pie, y no lleve linterna...

-¡Maldita la falta que me hacían tampoco esos consejos! ¿Si creerás tú que es la primera vez que salgo a campaña?

-Perdone Usía... ¡Ah! Otra cosa. No llame Usía a la puerta grande que da a la plazoleta del emparrado, sino a la puertecilla que hay encima del caz*...

-¿Encima del caz hay otra puerta? ¡Mira tú una cosa que nunca se me hubiera ocurrido!

-Sí, señor; la puertecilla del caz da al mismísimo dormitorio de los Molineros..., y el tío Lucas no entra ni sale nunca por ella. De forma que, aunque volviese pronto...

-Comprendo, comprendo... ¡No me aturdas más los oídos!

-Por último: procure Usía escurrir el bulto* antes del amanecer. Ahora amanece a las seis...

-¡Mira otro consejo inútil! A las cinco estaré de vuelta en mi casa... Pero bastante hemos hablado ya... ¡Quítate de mi presencia!

-Pues entonces, señor..., ¡buena suerte! -exclamó el alguacil, alargando lateralmente la mano al Corregidor y mirando al techo al mismo tiempo.

El Corregidor puso en aquella mano una peseta, y Garduña desapareció como por ensalmo.

-¡Por vida de!... -murmuró el viejo al cabo de un instante-. ¡Se me ha olvidado decirle a ese bachillero que me trajesen también una baraja!* ¡Con ella me hubiera entretenido hasta las nueve y media, viendo si me salía aquel solitario!...

* el caz (canal para tomar el agua y conducirla a donde es aprovechada) = Wassergraben

* escurrir el bulto = sich verdrücken

* la baraja = das Kartenspiel

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XV

Despedida en prosa

Serían las nueve de aquella misma noche, cuando el tío Lucas y la señá Frasquita, terminadas todas las haciendas del molino y de la casa, se cenaron una fuente de ensalada de escarola, una libreja* de carne guisada con tomate, y algunas uvas de las que quedaban en la consabida cesta; todo ello rociado con un poco de vino y con grandes risotadas* a costa del Corregidor: después de lo cual miráronse afablemente los dos esposos, como muy contentos de Dios y de sí mismos, y se dijeron, entre un par de bostezos que revelaban toda la paz y tranquilidad de sus corazones:

-Pues, señor, vamos a acostarnos, y mañana será otro día.

En aquel momento sonaron dos fuertes golpes aplicados a la puerta grande del molino.

El marido y la mujer se miraron sobresaltados.

Era la primera vez que oían llamar a su puerta a semejante hora.

-Voy a ver... -dijo la intrépida navarra, encaminándose hacia la plazoletilla.

-¡Quita! ¡Eso me toca a mí! -exclamó el tío Lucas con tal dignidad que la señá Frasquita le cedió el paso-. ¡Te he dicho que no salgas! -añadió luego con dureza, viendo que la obstinada Molinera quería seguirle.

Esta obedeció, y se quedó dentro de la casa.

-¿Quién es? -preguntó el tío Lucas desde el medio de la plazoleta.

-¡La justicia! -contestó una voz al otro lado del portón.

-¿Qué justicia?

-La del lugar. ¡Abra usted al señor alcalde!

* una libreja de carne (una libra de carne) = ein Pfund Fleisch

* rociado = übersprüht,  übergossen

* la risotada = das Gelächter

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El tío Lucas había aplicado entretanto un ojo a cierta mirilla* muy disimulada que tenía el portón, y reconocido a la luz de la luna al rústico alguacil del lugar inmediato.

-¡Dirás que le abra al borrachón del alguacil! -repuso el Molinero, retirando la tranca*.

-¡Es lo mismo... -contestó el de afuera-; pues que traigo una orden escrita de su Merced! Tenga usted muy buenas noches, tío Lucas... -agregó luego entrando, y con voz menos oficial, más baja y más gorda, como si ya fuera otro hombre.

-¡Dios te guarde, Toñuelo! -respondió el murciano-. Veamos qué orden es esa... ¡Y bien podía el señor Juan López escoger otra hora más oportuna de dirigirse a los hombres de bien! Por supuesto, que la culpa será tuya. ¡Como si lo viera, te has estado emborrachando en las huertas del camino! ¿Quieres un trago?

-No, señor; no hay tiempo para nada. Tiene usted que seguirme inmediatamente. Lea usted la orden.

-¿Cómo seguirte? -exclamó el tío Lucas, penetrando en el molino, después de tomar el papel-. ¡A ver, Frasquita, alumbra!

La señá Frasquita soltó una cosa que tenía en la mano, y descolgó el candil.

El tío Lucas miró rápidamente al objeto que había soltado su mujer, y reconoció su bocacha*, o sea, un enorme trabuco* que calzaba balas de a media libra.

El Molinero dirigió entonces a la navarra una mirada llena de gratitud y ternura, y le dijo, tomándole la cara:

-¡Cuánto vales!

La señá Frasquita, pálida y serena como una estatua de mármol, levantó el candil, cogido con dos dedos, sin que el más leve temblor agitase su pulso, y contestó secamente:

-¡Vaya, lee!

La orden decía:

Para el mejor servicio de S. M. el Rey Nuestro Señor (Q. D. G.), prevengo a Lucas Fernández, molinero de estos vecinos, que tan luego como reciba la presente orden, comparezca ante mi autoridad sin excusa ni pretexto alguno; advirtiéndole que, por ser asunto reservado, no lo pondrá en conocimiento de nadie: todo ello bajo las penas correspondientes, caso de desobediencia. El Alcalde,

JUAN LÓPEZ

Y había una cruz en vez de rúbrica.

* la mirilla = der Spion (in der Tür)

* la tranca = der Türriegel

* la bocacha = das Großmaul

* el trabuco = der Stutzen

* la rúbrica = das Namenszeichen (Unterschriftsschnörkel)

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-Oye, tú: ¿y qué es esto? -le preguntó el tío Lucas al alguacil-. ¿A qué viene esta orden?

-No lo sé... -contestó el rústico; hombre de unos treinta años, cuyo rostro esquinado y avieso, propio de ladrón o de asesino, daba muy triste idea de su sinceridad-. Creo que se trata de averiguar algo de brujería, o de moneda falsa... Pero la cosa no va con usted... Lo llaman como testigo o como perito. En fin, yo no me he enterado bien del particular... El señor Juan López se lo explicará a usted con más pelos y señales.

-¡Corriente! -exclamó el Molinero-. Dile que iré mañana.

-¡Ca, no, señor!... Tiene usted que venir ahora mismo, sin perder un minuto. Es la orden que me ha dado el señor alcalde.

Hubo un instante de silencio.

Los ojos de la señá Frasquita echaban llamas.

El tío Lucas no separaba los suyos del suelo, como si buscara alguna cosa.

-Me concederás cuando menos -exclamó, al fin, levantando la cabeza- el tiempo preciso para ir a la cuadra y aparejar* una burra...

-¡Qué burra ni qué demontre*! -replicó el alguacil-. ¡Cualquiera se anda a pie media legua! La noche está muy hermosa, y hace luna...

-Ya he visto que ha salido... Pero yo tengo los pies muy hinchados...

-Pues entonces no perdamos tiempo. Yo le ayudaré a usted a aparejar la bestia.

-¡Hola! ¡Hola! ¿Temes que me escape?

-Yo no temo nada, tío Lucas -respondió Toñuelo con la frialdad de un desalmado-. Yo soy la justicia.

Y, hablando así, descansó armas; con lo que dejó ver el retaco que llevaba debajo del capote.

-Pues mira, Toñuelo... -dijo la Molinera-. Ya que vas a la cuadra... a ejercer tu verdadero oficio..., hazme el favor de aparejar también la otra burra.

-¿Para qué? -interrogó el Molinero.

-¡Para mí! Yo voy con vosotros.

-¡No puede ser, señá Frasquita! -objetó el alguacil-. Tengo orden de llevarme a su marido de usted nada más, y de impedir que usted lo siga. En ello me van «el destino y el pescuezo». Así me lo advirtió el señor Juan López. Conque... vamos, tío Lucas.

Y se dirigió hacia la puerta.

* aparejar = anschirren

* demontre = Teufel auch

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-¡Cosa más rara! -dijo a media voz el murciano sin moverse.

-¡Muy rara! -contestó la señá Frasquita.

-Esto es algo... que yo me sé... -continuó murmurando el tío Lucas de modo que no pudiese oírlo Toñuelo.

-¿Quieres que vaya yo a la ciudad -cuchicheó la navarra- y le dé aviso al Corregidor de lo que nos sucede?...

-¡No! -respondió en alta voz el tío Lucas-. ¡Eso no!

-¿Pues qué quieres que haga? -dijo la Molinera con gran ímpetu*.

-Que me mires... -respondió el antiguo soldado.

Los dos esposos se miraron en silencio, y quedaron tan satisfechos ambos de la tranquilidad, la resolución y la energía que se comunicaron sus almas, que acabaron por encogerse de hombros y reírse.

Después de esto, el tío Lucas encendió otro candil y se dirigió a la cuadra, diciendo al paso a Toñuelo con socarronería*:

-¡Vaya, hombre! ¡Ven y ayúdame... supuesto que eres tan amable!

Toñuelo lo siguió, canturriando* una copla entre dientes.

Pocos minutos después el tío Lucas salía del molino, caballero en una hermosa jumenta y seguido del alguacil.

La despedida de los esposos se había reducido a lo siguiente:

-Cierra bien... -dijo el tío Lucas.

-Embózate, que hace fresco... -dijo la señá Frasquita, cerrando con llave, tranca y cerrojo.

Y no hubo más adiós, ni más beso, ni más abrazo, ni más mirada.

¿Para qué?

* el ímpetu = die Heftigkeit

* la socarronería = die Durchtriebenheit, List

* canturriar = trällern

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XVI

Un ave de mal agüero*

Sigamos por nuestra parte al tío Lucas.

Ya habían andado un cuarto de legua sin hablar palabra, el Molinero subido en la borrica y el alguacil arreándola con su bastón de autoridad, cuando divisaron delante de sí, en lo alto de un repecho que hacía el camino, la sombra de un enorme pajarraco* que se dirigía hacia ellos.

Aquella sombra se destacó enérgicamente sobre el cielo, esclarecido por la luna, dibujándose en él con tanta precisión que el Molinero exclamó en el acto:

-Toñuelo, ¡aquel es Garduña con su sombrero de tres picos y sus patas de alambre!

Mas antes de que contestara el interpelado, la sombra, deseosa sin duda de eludir aquel encuentro, había dejado el camino y echado a correr a campo traviesa con la velocidad de una verdadera garduña*.

-No veo a nadie... -respondió entonces Toñuelo con la mayor naturalidad.

-Ni yo tampoco -replicó el tío Lucas, comiéndose la partida.

Y la sospecha que ya se le ocurrió en el molino principió a adquirir cuerpo y consistencia en el espíritu receloso del jorobado.

-Este viaje mío -díjose interiormente- es una estratagema amorosa del Corregidor. La declaración que le oí esta tarde desde lo alto del emparrado me demuestra que el vejete madrileño no puede esperar más. Indudablemente, esta noche va a volver de visita al molino, y por eso ha principiado quitándome de en medio... Pero ¿qué importa? ¡Frasquita es Frasquita, y no abrirá la puerta aunque le peguen fuego a la casa!... Digo más: aunque la abriese; aunque el Corregidor lograse, por medio de cualquier ardid*, sorprender a mi excelente navarra, el pícaro viejo saldría con las manos en la cabeza. ¡Frasquita es Frasquita! Sin embargo -añadió al cabo de un momento-, ¡bueno será volverme esta noche a casa lo más temprano que pueda!

Llegaron con esto al lugar el tío Lucas y el alguacil, dirigiéndose a casa del señor alcalde.

* de mal agüero = Unheil verkündend

* el pajarraco = großer, hässlicher Vogel

* la garduña = der Hausmarder

* el ardid = der Kniff, die List

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XVII

Un alcalde de monterilla

El señor Juan López, que como particular y como alcalde era la tiranía, la ferocidad y el orgullo personificados (cuando trataba con sus inferiores), dignábase, sin embargo, a aquellas horas, después de despachar los asuntos oficiales y los de su labranza y de pegarle a su mujer su cotidiana paliza, beberse un cántaro de vino en compañía del secretario y del sacristán, operación que iba más de mediada aquella noche cuando el Molinero compareció en su presencia.

-¡Hola, tío Lucas! -le dijo, rascándose la cabeza para excitar en ella la vena de los embustes-. ¿Cómo va de salud? ¡A ver, secretario: échele usted un vaso de vino al tío Lucas! ¿Y la señá Frasquita? ¿Se conserva tan guapa? ¡Ya hace mucho tiempo que no la he visto! Pero, hombre, ¡qué bien sale ahora la molienda! ¡El pan de centeno parece de trigo candeal! Conque..., vaya... Siéntese usted, y descanse, que, gracias a Dios, no tenemos prisa.

-¡Por mi parte, maldita aquella! -contestó el tío Lucas, que hasta entonces no había despegado los labios, pero cuyas sospechas eran cada vez mayores al ver el amistoso recibimiento que se le hacía, después de una orden tan terrible y apremiante.

-Pues entonces, tío Lucas -continuó el alcalde-, supuesto que no tiene usted gran prisa, dormirá usted acá esta noche, y mañana temprano despacharemos nuestro asuntillo...

-Me parece bien... -respondió el tío Lucas con una ironía y un disimulo que nada tenían que envidiar a la diplomacia del señor Juan López-. Supuesto que la cosa no es urgente... pasaré la noche fuera de mi casa.

-Ni urgente ni de peligro para usted -añadió el alcalde, engañado por aquel a quien creía engañar-. Puede usted estar completamente tranquilo. Oye tú, Toñuelo... Alarga esa media fanega para que se siente el tío Lucas.

-Entonces... ¡venga otro trago! -exclamó el Molinero, sentándose.

-¡Venga de ahí! -repuso el alcalde, alargándole el vaso lleno.

-Está en buena mano... Médielo usted.

-¡Pues por su salud! -dijo el señor Juan López, bebiéndose la mitad del vino.

-Por la de usted..., señor alcalde -replicó el tío Lucas, apurando la otra mitad.

-¡A ver, Manuela! -gritó entonces el alcalde de monterilla-. Dile a tu ama que el tío Lucas se queda a dormir aquí. Que le ponga una cabecera en el granero.

-¡Ca! No... ¡De ningún modo! Yo duermo en el pajar como un rey.

-Mire usted que tenemos cabeceras...

-¡Ya lo creo! Pero ¿a qué quiere usted incomodar a la familia? Yo traigo mi capote...

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-Pues, señor, como usted guste. ¡Manuela!, dile a tu ama que no la ponga...

-Lo que sí va usted a permitirme -continuó el tío Lucas, bostezando de un modo atroz- es que me acueste en seguida. Anoche he tenido mucha molienda, y no he pegado todavía los ojos...

-¡Concedido! -respondió majestuosamente el alcalde-. Puede usted recogerse cuando quiera.

-Creo que también es hora de que nos recojamos nosotros -dijo el sacristán, asomándose al cántaro de vino para graduar lo que quedaba-. Ya deben ser las diez... o poco menos.

-Las diez menos cuartillo... -notificó el secretario, después de repartir en los vasos el resto del vino correspondiente a aquella noche.

-¡Pues a dormir, caballeros! -exclamó el anfitrión, apurando su parte.

-Hasta mañana, señores -añadió el Molinero, bebiéndose la suya.

-Espere usted que le alumbren... ¡Toñuelo! Lleva al tío Lucas al pajar.

-¡Por aquí, tío Lucas!... -dijo Toñuelo, llevándose también el cántaro, por si le quedaban algunas gotas.

-Hasta mañana, si Dios quiere -agregó el sacristán, después de escurrir todos los vasos.

Y se marchó, tambaleándose y cantando alegremente el De profundis.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

-Pues, señor -díjole el alcalde al secretario cuando se quedaron solos-. El tío Lucas no ha sospechado nada. Nos podemos acostar descansadamente, y... ¡buena pro le haga al Corregidor!

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XVIII

Donde se verá que el tío Lucas tenía el sueño muy ligero

Cinco minutos después un hombre se descolgaba por la ventana del pajar del señor alcalde; ventana que daba a un corralón y que no distaría cuatro varas del suelo.

En el corralón había un cobertizo sobre una gran pesebrera, a la cual hallábanse atadas seis u ocho caballerías de diversa alcurnia* bien que todas ellas del sexo débil. Los caballos, mulos y burros del sexo fuerte formaban rancho aparte en otro local contiguo.

El hombre desató una borrica, que por cierto estaba aparejada, y se encaminó llevándola del diestro, hacia la puerta del corral; retiró la tranca y desechó el cerrojo que la aseguraban: abriola con mucho tiento, y se encontró en medio del campo.

Una vez allí, montó en la borrica, metiole los talones, y salió como una flecha con dirección a la ciudad; mas no por el carril ordinario, sino atravesando siembras y cañadas como quien se precave contra algún mal encuentro.

Era el tío Lucas, que se dirigía a su molino.

* de alcurnia = von Adel

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XIX

Voces clamantes in deserto

-¡Alcaldes a mí, que soy de Archena! -iba diciendo el murciano-. ¡Mañana por la mañana pasaré a ver al señor Obispo, como medida preventiva, y le contaré todo lo que me ha ocurrido esta noche! ¡Llamarme con tanta prisa y reserva, y a hora tan desusada*; decirme que venga solo; hablarme del servicio del Rey, y de moneda falsa, y de brujas, y de duendes, para echarme luego dos vasos de vino y mandarme a dormir!... ¡La cosa no puede ser más clara! Garduña trajo al lugar esas instrucciones de parte del Corregidor, y esta es la hora en que el Corregidor estará ya en campaña contra mi mujer... ¡Quién sabe si me lo encontraré llamando a la puerta del molino! ¡Quién sabe si me lo encontraré ya dentro!... ¡Quién sabe...! Pero ¿qué voy a decir? ¡Dudar de mi navarra!... ¡Oh, esto es ofender a Dios! ¡Imposible que ella...! ¡Imposible que mi Frasquita...! ¡Imposible!... Mas ¿qué estoy diciendo? ¿Acaso hay algo imposible en el mundo? ¿No se casó conmigo, siendo ella tan hermosa y yo tan feo?

Y al hacer esta última reflexión, el pobre jorobado se echó a llorar...

Entonces paró la burra para serenarse*; se enjugó las lágrimas; suspiró hondamente; sacó los avíos de fumar; picó y lió un cigarro de tabaco negro; empuñó luego pedernal, yesca y eslabón*, y al cabo de algunos golpes consiguió encender candela.

En aquel mismo momento sintió rumor de pasos hacia el camino, que distaría de allí unas trescientas varas.

-¡Qué imprudente soy! -dijo-. ¡Si me andará buscando ya la justicia, y yo me habré vendido al echar estas yescas!

Escondió, pues, la lumbre, y se apeó, ocultándose detrás de la borrica.

Pero la borrica entendió las cosas de diferente modo, y lanzó un rebuzno de satisfacción.

-¡Maldita seas! -exclamó el tío Lucas, tratando de cerrarle la boca con las manos.

Al propio tiempo resonó otro rebuzno en el camino, por vía de galante respuesta.

-¡Estamos aviados! -prosiguió pensando el Molinero-. ¡Bien dice el refrán: el mayor mal de los males es tratar con animales!

* desusado = unüblich

*  serenarse = sich beruhigen

* el pedernal = der Feuerstein

* la yesca = der Zunder

* el eslabón = der Schlägel

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Y, así discurriendo, volvió a montar, arreó la bestia, y salió disparado en dirección contraria al sitio en que había sonado el segundo rebuzno. Y lo más particular fue que la persona que iba en el jumento interlocutor, debió de asustarse del tío Lucas tanto como el tío Lucas se había asustado de ella. Lo digo, porque apartose también del camino recelando sin duda que fuese un alguacil o un malhechor pagado por don Eugenio, y salió a escape por los sembrados de la otra banda. El murciano, entretanto, continuó cavilando de este modo: -¡Qué noche! ¡Qué mundo! ¡Qué vida la mía desde hace una hora! ¡Alguaciles metidos a alcahuetes; alcaldes que conspiran contra mi honra; burros que rebuznan cuando no es menester; y aquí en mi pecho, un miserable corazón que se ha atrevido a dudar de la mujer más noble que Dios ha criado! ¡Oh, Dios mío, Dios mío! ¡Haz que llegue pronto a mi casa y que encuentre allí a mi Frasquita! Siguió caminando el tío Lucas, atravesando siembras y matorrales, hasta que al fin, a eso de las once de la noche, llegó sin novedad a la puerta grande del molino... ¡Condenación! ¡La puerta del molino estaba abierta!

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XX

La duda y la realidad

Estaba abierta... ¡y él, al marcharse, había oído a su mujer cerrarla con llave, tranca y cerrojo!

Por consiguiente, nadie más que su propia mujer había podido abrirla.

Pero ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿De resultas de un engaño? ¿A consecuencia de una orden? ¿O bien deliberada y voluntariamente, en virtud de previo acuerdo con el Corregidor?

¿Qué iba a ver? ¿Qué iba a saber? ¿Qué le aguardaba dentro de su casa? ¿Se había fugado la señá Frasquita? ¿Se la habrían robado? ¿Estaría muerta? ¿O estaría en brazos de su rival?

-El Corregidor contaba con que yo no podría venir en toda la noche... -se dijo lúgubremente el tío Lucas-. El alcalde del lugar tendría orden hasta de encadenarme, antes que permitirme volver... ¿Sabía todo esto Frasquita? ¿Estaba en el complot? ¿O ha sido víctima de un engaño, de una violencia, de una infamia?

No empleó más tiempo el sin ventura en hacer todas estas crueles reflexiones que el que tardó en atravesar la plazoletilla del emparrado.

También estaba abierta la puerta de la casa, cuyo primer aposento (como en todas las viviendas rústicas) era la cocina...

Dentro de la cocina no había nadie.

Sin embargo, una enorme fogata ardía en la chimenea... ¡chimenea que él dejó apagada, y que no se encendía nunca hasta muy entrado el mes de diciembre!

Por último, de uno de los ganchos de la espetera pendía un candil encendido...

¿Qué significaba todo aquello? ¿Y cómo se compadecía semejante aparato de vigilia y de sociedad con el silencio de muerte que reinaba en la casa?

¿Qué había sido de su mujer?

Entonces, y solo entonces, reparó el tío Lucas en unas ropas que había colgadas en los espaldares de dos o tres sillas puestas alrededor de la chimenea...

Fijó la vista en aquellas ropas, y lanzó un rugido intenso, que se le quedó atravesado en la garganta, convertido en sollozo mudo y sofocante.

Creyó el infortunado que se ahogaba, y se llevó las manos al cuello, mientras que, lívido*, convulso*, con los ojos desencajados, contemplaba aquella vestimenta, poseído de tanto horror como el reo en capilla a quien le presentan la hopa.

Porque lo que allí veía era la capa de grana, el sombrero de tres picos, la casaca y la chupa de color de tórtola, el calzón de seda negra, las medias blancas, los zapatos con hebilla y hasta el bastón, el espadín y los guantes del execrable Corregidor... ¡Lo que allí veía era la ropa de su ignominia*, la mortaja de su honra, el sudario de su ventura!

El terrible trabuco seguía en el mismo rincón en que dos horas antes lo dejó la navarra...

* lívido = blass

* convulso = zitternd

* la ignominia = die Schmach

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El tío Lucas dio un salto de tigre y se apoderó* de él. Sondeó* el cañón* con la baqueta*, y vio que estaba cargado. Miró la piedra, y halló que estaba en su lugar.

Volviose entonces hacia la escalera que conducía a la cámara en que había dormido tantos años con la señá Frasquita, y murmuró sordamente:

-¡Allí están!

Avanzó, pues, un paso en aquella dirección; pero en seguida se detuvo para mirar en torno de sí y ver si alguien lo estaba observando...

-¡Nadie! -dijo mentalmente-. ¡Solo Dios..., y Ese... ha querido esto!

Confirmada así la sentencia, fue a dar otro paso, cuando su errante mirada distinguió un pliego que había sobre la mesa...

Verlo, y haber caído sobre él, y tenerlo entre sus garras, fue todo cosa de un segundo.

¡Aquel papel era el nombramiento del sobrino de la señá Frasquita, firmado por don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León!

-¡Este ha sido el precio de la venta! -pensó el tío Lucas, metiéndose el papel en la boca para sofocar sus gritos y dar alimento a su rabia-. ¡Siempre recelé que quisiera a su familia más que a mí! ¡Ah! ¡No hemos tenido hijos!... ¡He aquí la causa de todo!

Y el infortunado estuvo a punto de volver a llorar.

Pero luego se enfureció nuevamente, y dijo con un ademán terrible, ya que no con la voz:

-¡Arriba! ¡Arriba!

Y empezó a subir la escalera, andando a gatas con una mano, llevando el trabuco en la otra, y con el papel infame entre los dientes.

En corroboración de sus lógicas sospechas, al llegar a la puerta del dormitorio (que estaba cerrada) vio que salían algunos rayos de luz por las junturas de las tablas y por el ojo de la llave.

-¡Aquí están! -volvió a decir.

Y se paró un instante, como para pasar aquel nuevo trago de amargura.

* sondear = prüfen

* apoderar = bemächtigen

* el cañón = der Gewehrlauf

* la baqueta = der Ladestock

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Luego continuó subiendo... hasta llegar a la puerta misma del dormitorio.

Dentro de él no se oía ningún ruido.

-¡Si no hubiera nadie! -le dijo tímidamente la esperanza.

Pero en aquel mismo instante el infeliz oyó toser dentro del cuarto...

¡Era la tos medio asmática del Corregidor!

¡No cabía duda! ¡No había tabla de salvación en aquel naufragio*!

El Molinero sonrió en las tinieblas de un modo horroroso. ¿Cómo no brillan en la oscuridad semejantes relámpagos? ¿Qué es todo el fuego de las tormentas comparado con el que arde a veces en el corazón del hombre?

Sin embargo, el tío Lucas (tal era su alma, como ya dijimos en otro lugar) principió a tranquilizarse, no bien oyó la tos de su enemigo...

La realidad le hacía menos daño que la duda. Según le anunció él mismo aquella tarde a la señá Frasquita, desde el punto y hora en que perdía la única fe que era vida de su alma, empezaba a convertirse en un hombre nuevo.

Semejante al moro de Venecia -con quien ya lo comparamos al describir su carácter-, el desengaño mataba en él de un solo golpe todo el amor, transfigurando de paso la índole* de su espíritu y haciéndole ver el mundo como una región extraña a que acabara de llegar. La única diferencia consistía en que el tío Lucas era por idiosincrasia* menos trágico, menos austero y más egoísta que el insensato sacrificador de Desdémona.

¡Cosa rara, pero propia de tales situaciones! La duda, o sea, la esperanza -que para el caso es lo mismo-, volvió todavía a mortificarle* un momento...

-¡Si me hubiera equivocado! -pensó-. ¡Si la tos hubiese sido de Frasquita!...

En la tribulación de su infortunio, olvidábasele que había visto las ropas del Corregidor cerca de la chimenea; que había encontrado abierta la puerta del molino; que había leído la credencial de su infamia...

Agachose, pues, y miró por el ojo de la llave, temblando de incertidumbre y de zozobra*.

El rayo visual no alcanzaba a descubrir más que un pequeño triángulo de cama, por la parte del cabecero... ¡Pero precisamente en aquel pequeño triángulo se veía un extremo de las almohadas, y sobre las almohadas la cabeza del Corregidor!

Otra risa diabólica contrajo el rostro del Molinero.

Dijérase que volvía a ser feliz...

-¡Soy dueño de la verdad!... ¡Meditemos! -murmuró, irguiéndose tranquilamente.

Y volvió a bajar la escalera con el mismo tiento que empleó para subirla...

-El asunto es delicado... Necesito reflexionar. Tengo tiempo de sobra para todo... -iba pensando mientras bajaba.

* el naufragio = der Schiffbruch, der Fehlschlag

* la índole = die Wesensart, das Naturell, der Charakter

* la idiosincrasia = die Eigenart

* mortificar = plagen, quälen

* la zozobra = die Beklemmung

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Llegado que hubo a la cocina, sentose en medio de ella, y ocultó la frente entre las manos.

Así permaneció mucho tiempo, hasta que le despertó de su meditación un leve golpe que sintió en un pie...

Era el trabuco que se había deslizado de sus rodillas, y que le hacía aquella especie de seña...

-¡No! ¡Te digo que no! -murmuró el tío Lucas, encarándose con el arma-. ¡No me convienes! Todo el mundo tendría lástima de ellos..., ¡y a mí me ahorcarían! ¡Se trata de un corregidor..., y matar a un corregidor es todavía en España cosa indisculpable! Dirían que lo maté por infundados celos, y que luego lo desnudé y lo metí en mi cama... Dirían, además, que maté a mi mujer por simples sospechas... ¡Y me ahorcarían! ¡Además, yo habría dado muestras de tener muy poca alma, muy poco talento, si al remate* de mi vida fuera digno de compasión! ¡Todos se reirían de mí! ¡Dirían que mi desventura era muy natural, siendo yo jorobado y Frasquita tan hermosa! ¡Nada, no! Lo que yo necesito es vengarme, y después de vengarme, triunfar, despreciar, reír, reírme mucho, reírme de todos, evitando por tal medio que nadie pueda burlarse nunca de esta giba que yo he llegado a hacer hasta envidiable, y que tan grotesca sería en una horca.

Así discurrió el tío Lucas, tal vez sin darse cuenta de ello puntualmente, y, en virtud de semejante discurso, colocó el arma en su sitio, y principió a pasearse con los brazos atrás y la cabeza baja, como buscando su venganza en el suelo, en la tierra, en las ruindades de la vida, en alguna bufonada ignominiosa y ridícula para su mujer y para el Corregidor, lejos de buscar aquella misma venganza en la justicia, en el desafío, en el perdón, en el Cielo..., como hubiera hecho en su lugar cualquier otro hombre de condición menos rebelde que la suya a toda imposición de la Naturaleza, de la sociedad o de sus propios sentimientos.

De repente, paráronse sus ojos en la vestimenta del Corregidor...

Luego se paró él mismo...

Después fue demostrando poco a poco en su semblante una alegría, un gozo, un triunfo indefinibles...; hasta que, por último, se echó a reír de una manera formidable..., esto es, a grandes carcajadas, pero sin hacer ningún ruido -a fin de que no lo oyesen desde arriba-, metiéndose los puños por los ijares* para no reventar, estremeciéndose todo como un epiléptico, y teniendo que concluir por dejarse caer en una silla hasta que le pasó aquella convulsión de sarcástico regocijo. Era la propia risa de Mefistófeles.

No bien se sosegó, principió a desnudarse con una celeridad febril; colocó toda su ropa en las mismas sillas que ocupaba la del Corregidor; púsose cuantas prendas pertenecían a este, desde los zapatos de hebilla hasta el sombrero de tres picos; ciñose el espadín; embozose en la capa de grana; cogió el bastón y los guantes, y salió del molino y se encaminó a la ciudad, balanceándose de la propia manera que solía don Eugenio de Zúñiga, y diciéndose de vez en vez esta frase que compendiaba su pensamiento:

-¡También la Corregidora es guapa!

* el remate = das Ende, der Abschluss

* el ijar = die Flanke

* con celeridad = sehr schnell

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XXI

¡En guardia, caballero!

Abandonemos por ahora al tío Lucas, y enterémonos de lo que había ocurrido en el molino desde que dejamos allí sola a la señá Frasquita hasta que su esposo volvió a él y se encontró con tan estupendas novedades.

Una hora habría pasado después que el tío Lucas se marchó con Toñuelo, cuando la afligida navarra, que se había propuesto no acostarse hasta que regresara su marido, y que estaba haciendo calceta* en su dormitorio, situado en el piso de arriba, oyó lastimeros gritos fuera de la casa, hacia el paraje, allí muy próximo, por donde corría el agua del caz*.

-¡Socorro, que me ahogo! ¡Frasquita! ¡Frasquita!... -exclamaba una voz de hombre, con el lúgubre acento de la desesperación.

-¿Si será Lucas? -pensó la navarra, llena de un terror que no necesitamos describir.

En el mismo dormitorio había una puertecilla, de que ya nos habló Garduña, y que daba efectivamente sobre la parte alta del caz. Abriola sin vacilación la señá Frasquita por más que no hubiera reconocido la voz que pedía auxilio, y encontrose de manos a boca con el Corregidor, que en aquel momento salía todo chorreando de la impetuosísima acequia...

-¡Dios me perdone! ¡Dios me perdone! -balbuceaba el infame viejo-. ¡Creí que me ahogaba!

-¿Cómo? ¿Es usted? ¿Qué significa? ¿Cómo se atreve? ¿A qué viene usted a estas horas? -gritó la Molinera con más indignación* que espanto, pero retrocediendo maquinalmente.

-¡Calla! ¡Calla, mujer! -tartamudeó el Corregidor, colándose en el aposento detrás de ella-. Yo te lo diré todo... ¡He estado para ahogarme! ¡El agua me llevaba ya como a una pluma! ¡Mira, mira, cómo me he puesto!

-¡Fuera, fuera de aquí! -replicó la señá Frasquita con mayor violencia-. ¡No tiene usted nada que explicarme!... ¡Demasiado lo comprendo todo! ¿Qué me importa a mí que usted se ahogue? ¿Lo he llamado yo a usted? ¡Ah! ¡Qué infamia! ¡Para esto ha mandado usted prender a mi marido!

-Mujer, escucha...

-¡No escucho! ¡Márchese usted inmediatamente, señor Corregidor!... ¡Márchese usted o no respondo de su vida!...

-¿Qué dices?

-¡Lo que usted oye! Mi marido no está en casa; pero yo me basto para hacerla respetar. ¡Márchese usted por donde ha venido, si no quiere que yo le arroje otra vez al agua con mis propias manos!

* hacer calceta = stricken

* el caz = der Wassergraben

* la indignación = die Entrüstung, Empörung

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-¡Chica, chica! ¡No grites tanto, que no soy sordo! -exclamó el viejo libertino-. ¡Cuando yo estoy aquí, por algo será! Vengo a libertar al tío Lucas, a quien ha preso por equivocación un alcalde de monterilla... Pero, ante todo, necesito que me seques estas ropas... ¡Estoy calado* hasta los huesos!

-¡Le digo a usted que se marche!

-¡Calla, tonta!... ¿Qué sabes tú?... Mira... aquí te traigo un nombramiento de tu sobrino... Enciende la lumbre, y hablaremos... Por lo demás, mientras se seca la ropa, yo me acostaré en esta cama.

-¡Ah, ya! ¿Conque declara usted que venía por mí? ¿Conque declara usted que para eso ha mandado arrestar a mi Lucas? ¿Conque traía usted su nombramiento y todo? ¡Santos y santas del cielo! ¿Qué se habrá figurado de mí este mamarracho*?

-¡Frasquita! ¡Soy el Corregidor!

-¡Aunque fuera usted el rey! A mí ¿qué? ¡Yo soy la mujer de mi marido, y el ama de mi casa! ¿Cree usted que yo me asusto de los corregidores? ¡Yo sé ir a Madrid, y al fin del mundo, a pedir justicia contra el viejo insolente que así arrastra su autoridad por los suelos! Y, sobre todo, yo sabré mañana ponerme la mantilla, e ir a ver a la señora Corregidora...

-¡No harás nada de eso! -repuso el Corregidor, perdiendo la paciencia, o mudando de táctica-. No harás nada de eso; porque yo te pegaré un tiro, si veo que no entiendes de razones...

-¡Un tiro! -exclamó la señá Frasquita con voz sorda.

-Un tiro, sí... Y de ello no me resultará perjuicio alguno. Casualmente he dejado dicho en la ciudad que salía esta noche a caza de criminales... ¡Conque no seas necia... y quiéreme... como yo te adoro!

-Señor Corregidor: ¿un tiro? -volvió a decir la navarra echando los brazos atrás y el cuerpo hacia adelante, como para lanzarse sobre su adversario.

-Si te empeñas, te lo pegaré, y así me veré libre de tus amenazas y de tu hermosura... -respondió el Corregidor lleno de miedo y sacando un par de cachorrillos.

-¿Conque pistolas también? ¡Y en la otra faltriquera* el nombramiento de mi sobrino! -dijo la señá Frasquita, moviendo la cabeza de arriba abajo-. Pues, señor, la elección no es dudosa. Espere Usía un momento, que voy a encender la lumbre.

Y, así hablando, se dirigió rápidamente a la escalera, y la bajó en tres brincos.

El Corregidor cogió la luz, y salió detrás de la Molinera, temiendo que se escapara; pero tuvo que bajar mucho más despacio, de cuyas resultas, cuando llegó a la cocina, tropezó con la navarra, que volvía ya en su busca.

-¿Conque decía usted que me iba a pegar un tiro? -exclamó aquella indomable mujer dando un paso atrás-. Pues, ¡en guardia, caballero; que yo ya lo estoy!

* calado = durchnässt

* el mamarracho = die Witzfigur

* la faltriquera = die Rocktasche

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Dijo, y se echó a la cara el formidable trabuco que tanto papel representa en esta historia.

-¡Detente, desgraciada! ¿Qué vas a hacer? -gritó el Corregidor, muerto de susto-. Lo de mi tiro era una broma... Mira... los cachorrillos están descargados. En cambio, es verdad lo del nombramiento... Aquí lo tienes... Tómalo... Te lo regalo... Tuyo es..., de balde, enteramente de balde...

Y lo colocó temblando sobre la mesa.

-¡Ahí está bien! -repuso la navarra-. Mañana me servirá para encender la lumbre, cuando le guise el almuerzo a mi marido. ¡De usted no quiero ya ni la gloria; y, si mi sobrino viniese alguna vez de Estella, sería para pisotearle a usted la fea mano con que ha escrito su nombre en ese papel indecente! ¡Ea, lo dicho! ¡Márchese usted de mi casa! ¡Aire! ¡Aire! ¡Pronto!..., ¡que ya se me sube la pólvora a la cabeza!

El Corregidor no contestó a este discurso. Habíase puesto lívido*, casi azul; tenía los ojos torcidos, y un temblor como de terciana agitaba todo su cuerpo. Por último, principió a castañetear los dientes, y cayó al suelo, presa de una convulsión espantosa.

El susto del caz, lo muy mojadas que seguían todas sus ropas, la violenta escena del dormitorio, y el miedo al trabuco con que le apuntaba la navarra, habían agotado las fuerzas del enfermizo anciano.

-¡Me muero! -balbuceó-. ¡Llama a Garduña!... Llama a Garduña, que estará ahí..., en la ramblilla... ¡Yo no debo morirme en esta casa!...

No pudo continuar. Cerró los ojos y se quedó como muerto.

-¡Y se morirá como lo dice! -prorrumpió la señá Frasquita-. Pues, ¡esta es la más negra! ¿Qué hago yo ahora con este hombre en mi casa? ¿Qué dirían de mí si se muriese? ¿Qué diría Lucas?... ¿Cómo podría justificarme, cuando yo misma le he abierto la puerta? ¡Oh, no!... Yo no debo quedarme aquí con él. ¡Yo debo buscar a mi marido; yo debo escandalizar el mundo antes de comprometer mi honra!

Tomada esta resolución, soltó el trabuco, fuese al corral, cogió la burra que quedaba en él, la aparejó de cualquier modo, abrió la puerta grande de la cerca, montó de un salto, a pesar de sus carnes, y se dirigió a la ramblilla.

-¡Garduña! ¡Garduña! -iba gritando la navarra, conforme se acercaba a aquel sitio.

-¡Presente! -respondió al cabo el alguacil, apareciendo detrás de un seto-. ¿Es usted, señá Frasquita?

-Sí, yo soy. ¡Ve al molino, y socorre a tu amo, que se está muriendo!...

-¿Qué dice usted?

-Lo que oyes, Garduña...

-¿Y usted, alma mía? ¿Adónde va a estas horas?

-¿Yo?... ¡Quita allá, badulaque*! ¡Yo voy a la ciudad por un médico! -contestó la señá Frasquita, arreando la burra con un talonazo y a Garduña con un puntapié.

Y tomó... no el camino de la ciudad, como acababa de decir, sino el del lugar inmediato.

Garduña no reparó en esta última circunstancia, pues iba ya dando zancajadas hacia el molino y discurriendo al par de esta manera:

-¡Va por un médico!... ¡La infeliz no puede hacer más! ¡Pero él es un pobre hombre! ¡Famosa ocasión de ponerse malo!... ¡Dios le da confites a quien no puede roerlos!

* lívido = blass

* el badulaque = der Dummkopf

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XXII

Garduña se multiplica

Cuando Garduña llegó al molino, el Corregidor principiaba a volver en sí, procurando levantarse del suelo.

En el suelo también, y a su lado, estaba el velón encendido que bajó Su Señoría del dormitorio.

-¿Se ha marchado ya? -fue la primera frase de don Eugenio.

-¿Quién?

-¡El demonio!... Quiero decir, la Molinera.

-Sí, señor... Ya se ha marchado..., y no creo que iba de muy buen humor...

-¡Ay, Garduña! Me estoy muriendo...

-Pero ¿qué tiene Usía? ¡Por vida de los hombres!

-Me he caído en el caz, y estoy hecho una sopa... ¡Los huesos se me parten de frío!

-¡Toma, toma! ¡Ahora salimos con eso!

-¡Garduña!... ¡Ve lo que te dices!...

-Yo no digo nada, señor...

-Pues bien: sácame de este apuro...

-Voy volando... ¡Verá Usía qué pronto lo arreglo todo!

Así dijo el alguacil, y, en un periquete* cogió la luz con una mano, y con la otra se metió al Corregidor debajo del brazo; subiolo al dormitorio; púsolo en cueros; acostolo en la cama; corrió al jaraíz; reunió una brazada de leña; fue a la cocina; hizo una gran lumbre; bajó todas las ropas de su amo; colocolas en los espaldares de dos o tres sillas; encendió un candil; lo colgó de la espetera, y tornó a subir a la cámara.

-¿Qué tal vamos? -preguntó entonces a don Eugenio, levantando en alto el velón para verle mejor el rostro.

-¡Admirablemente! ¡Conozco que voy a sudar! ¡Mañana te ahorco, Garduña!

-¿Por qué, señor?

-¿Y te atreves a preguntármelo? ¿Crees tú que, al seguir el plan que me trazaste, esperaba yo acostarme solo en esta cama, después de recibir por segunda vez el sacramento del bautismo? ¡Mañana mismo te ahorco!

-Pero cuénteme Usía algo... ¿La señá Frasquita?...

-La señá Frasquita ha querido asesinarme. ¡Es todo lo que he logrado con tus consejos! Te digo que te ahorco mañana por la mañana.

-¡Algo menos será, señor Corregidor! -repuso el alguacil.

-¿Por qué lo dices, insolente? ¿Porque me ves aquí postrado*?

-No, señor. Lo digo, porque la señá Frasquita no ha debido de mostrarse tan inhumana como Usía cuenta, cuando ha ido a la ciudad a buscarle un médico...

* en un periquete = im Handumdrehen

* postrado = erniedrigt, entkräftigt

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-¡Dios santo! ¿Estás seguro de que ha ido a la ciudad? -exclamó don Eugenio más aterrado que nunca.

-A lo menos, eso me ha dicho ella...

-¡Corre, corre, Garduña! ¡Ah! ¡Estoy perdido sin remedio! ¿Sabes a qué va la señá Frasquita a la ciudad? ¡A contárselo todo a mi mujer!... ¡A decirle que estoy aquí! ¡Oh, Dios mío! ¿Cómo había yo de figurarme esto? ¡Yo creí que se habría ido al lugar en busca de su marido; y, como lo tengo allí a buen recaudo, nada me importaba su viaje! Pero ¡irse a la ciudad!... ¡Garduña, corre, corre..., tú que eres andarín, y evita mi perdición! ¡Evita que la terrible Molinera entre en mi casa!

-¿Y no me ahorcará Usía si lo consigo? -prosiguió irónicamente el alguacil.

-¡Al contrario! Te regalaré unos zapatos en buen uso, que me están grandes. ¡Te regalaré todo lo que quieras!

-Pues voy volando. Duérmase Usía tranquilo. Dentro de media hora estoy aquí de vuelta, después de dejar en la cárcel a la navarra. ¡Para algo soy más ligero que una borrica!

Dijo Garduña, y desapareció por la escalera abajo.

Se cae de su peso que, durante aquella ausencia del alguacil, fue cuando el Molinero estuvo en el molino y vio visiones por el ojo de la llave.

Dejemos, pues, al Corregidor sudando en el lecho ajeno, y a Garduña corriendo hacia la ciudad (adonde tan pronto había de seguirlo el tío Lucas con sombrero de tres picos y capa de grana), y, convertidos también nosotros en andarines, volemos con dirección al lugar, en seguimiento de la valerosa señá Frasquita.

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XXIII

Otra vez el desierto y las consabidas voces

La única aventura que le ocurrió a la navarra en su viaje desde el molino al pueblo, fue asustarse un poco al notar que alguien echaba yescas en medio de un sembrado.

-¿Si será un esbirro* del Corregidor? ¿Si irá a detenerme? -pensó la Molinera.

En esto se oyó un rebuzno hacia aquel mismo lado.

-¡Burros en el campo a estas horas! -siguió pensando la señá Frasquita-. Pues lo que es por aquí no hay ninguna huerta ni cortijo... ¡Vive Dios que los duendes se están despachando esta noche a su gusto! Porque la borrica de mi marido no puede ser... ¿Qué haría mi Lucas a medianoche, parado fuera del camino? ¡Nada!, ¡nada! ¡Indudablemente es un espía!

La burra que montaba la señá Frasquita creyó oportuno rebuznar también en aquel instante.

-¡Calla, demonio! -le dijo la navarra, clavándole un alfiler de a ochavo en mitad de la cruz.

Y, temiendo algún encuentro que no le conviniese, sacó también su bestia fuera del camino, y la hizo trotar por otros sembrados.

Sin más accidente, llegó a las puertas del lugar, a tiempo que serían las once de la noche.

* el esbirro = der Gerichtsdiener

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XXIV

Un Rey de entonces

Hallábase ya durmiendo la mona* el señor alcalde, vuelta la espalda a la espalda de su mujer (y formando así con esta la figura de águila austríaca de dos cabezas que dice nuestro inmortal Quevedo), cuando Toñuelo llamó a la puerta de la cámara nupcial*, y avisó al señor Juan López que la señá Frasquita, la del molino, quería hablarle.

No tenemos para qué referir todos los gruñidos y juramentos inherentes al acto de despertar y vestirse el alcalde de monterilla, y nos trasladamos desde luego al instante en que la Molinera lo vio llegar, desperezándose* como un gimnasta que ejercita la musculatura, y exclamando en medio de un bostezo interminable:

-¡Téngalas usted muy buenas, señá Frasquita! ¿Qué le trae a usted por aquí? ¿No le dijo a usted Toñuelo que se quedase en el molino? ¿Así desobedece usted a la autoridad?

-¡Necesito ver a mi Lucas! -respondió la navarra-. ¡Necesito verlo al instante! ¡Que le digan que está aquí su mujer!

-«¡Necesito! ¡Necesito!». Señora, ¡a usted se le olvida que está hablando con el rey!...

-¡Déjeme usted a mí de reyes, señor Juan, que no estoy para bromas! ¡Demasiado sabe usted lo que me sucede! ¡Demasiado sabe para qué ha preso a mi marido!

-Yo no sé nada, señá Frasquita... Y en cuanto a su marido de usted, no está preso, sino durmiendo tranquilamente en esta su casa, y tratado como yo trato a las personas. ¡A ver, Toñuelo! ¡Toñuelo! Anda al pajar, y dile al tío Lucas que se despierte y venga corriendo... Conque vamos... ¡cuénteme usted lo que pasa!... ¿Ha tenido usted miedo de dormir sola?

* dormir la mona = den Rausch ausschlafen

* la cámara nupcial = das Brautgemach

* desperezarse = sich recken, strecken

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-¡No sea usted desvergonzado, señor Juan! ¡Demasiado sabe usted que a mí no me gustan sus bromas ni sus veras! ¡Lo que me pasa es una cosa muy sencilla: que usted y el señor Corregidor han querido perderme! ¡pero que se han llevado solemne chasco*! ¡Yo estoy aquí sin tener de qué abochornarme*, y el señor Corregidor se queda en el molino muriéndose!...

-¡Muriéndose el Corregidor! -exclamó su subordinado-. Señora, ¿sabe usted lo que dice?

-¡Lo que usted oye! Se ha caído en el caz, y casi se ha ahogado, o ha cogido una pulmonía, o yo no sé... ¡Eso es cuenta de la Corregidora! Yo vengo a buscar a mi marido, sin perjuicio de salir mañana mismo para Madrid, donde le contaré al rey...

-¡Demonio, demonio! -murmuró el señor Juan López-. ¡A ver, Manuela!... ¡Muchacha!... Anda y aparéjame la mulilla... Señá Frasquita, al molino voy... ¡Desgraciada de usted si le ha hecho algún daño al señor Corregidor!

-¡Señor alcalde, señor alcalde! -exclamó en esto Toñuelo, entrando más muerto que vivo-. El tío Lucas no está en el pajar. Su burra no se halla tampoco en los pesebres, y la puerta del corral está abierta... ¡De modo que el pájaro se ha escapado!

-¿Qué estás diciendo? -gritó el señor Juan López.

-¡Virgen del Carmen! ¿Qué va a pasar en mi casa? -exclamó la señá Frasquita-. ¡Corramos, señor alcalde; no perdamos tiempo!... Mi marido va a matar al Corregidor al encontrarlo allí a estas horas...

-¿Luego usted cree que el tío Lucas está en el molino?

-¿Pues no lo he de creer? Digo más...: cuando yo venía me he cruzado con él sin conocerlo. ¡Él era sin duda uno que echaba yescas en medio de un sembrado! ¡Dios mío! ¡Cuando piensa una que los animales tienen más entendimiento que las personas! Porque ha de saber usted, señor Juan, que indudablemente nuestras dos burras se reconocieron y se saludaron, mientras que mi Lucas y yo ni nos saludamos ni nos reconocimos... ¡Antes bien huimos el uno del otro, tomándonos mutuamente por espías...!

-¡Bueno está su Lucas de usted! -replicó el alcalde-. En fin, vamos andando y ya veremos lo que hay que hacer con todos ustedes. ¡Conmigo no se juega! ¡Yo soy el rey!... Pero no un rey como el que ahora tenemos en Madrid, o sea, en El Pardo, sino como aquel que hubo en Sevilla, a quien llamaban don Pedro el Cruel. ¡A ver, Manuela! ¡Tráeme el bastón, y dile a tu ama que me marcho!

Obedeció la sirvienta (que era por cierto más buena moza de lo que convenía a la alcaldesa y a la moral) y, como la mulilla del señor Juan López estuviese ya aparejada, la señá Frasquita y él salieron para el molino, seguidos del indispensable Toñuelo.

* llevarse un chasco = eine Enttäuschung erleben, reinfallen

* abochornarse = sich schämen

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